Por qué todo el mundo debería dejar de bromear diciendo que es “un poco obsesivo-compulsivo”

Probablemente todos hemos oído a alguien decir que es “un poco obsesivo-compulsivo”, quizás en broma o como una cuestión de orgullo, en referencia a su meticulosa reorganización de sus estanterías o a su hábito de pasar demasiado tiempo limpiando su baño.

La mayoría de nosotros tenemos una idea aproximada de lo que es el trastorno obsesivo-compulsivo, pero tiende a verse como una peculiaridad del comportamiento. De hecho, esta afección, caracterizada por pensamientos intrusivos y acciones compulsivas que no se pueden detener, es debilitante para el 1 a 3 por ciento de la población mundial a la que afecta.

En este sentido, las bromas sobre el hecho de ser “un poco obsesivo-compulsivo” corren el riesgo de trivializar una enfermedad que puede ser tan grave como la esquizofrenia o la depresión. El uso incorrecto del término puede reflejar nuestra ignorancia sobre el TOC. Pero, como exploramos en “Una nueva comprensión del TOC está abriendo caminos hacia nuevos tratamientos”, ahora estamos descubriendo más sobre cómo se manifiesta en el cerebro, con implicaciones para la forma en que pensamos sobre la enfermedad.

Es cierto que todos tenemos cierto grado de obsesión y comportamiento compulsivo. Volvemos a comprobar que hemos cerrado la puerta de entrada y no podemos evitar que nuestra mente se distraiga pensando en un acontecimiento estresante inminente. De hecho, muchos síntomas del TOC parecen representar distorsiones de conductas útiles. Pero, ¿qué pasaría si los pensamientos intrusivos y los impulsos de actuar no se detuvieran? Eso es lo que caracteriza al TOC.

Estamos aprendiendo que el TOC es una enfermedad compleja, en la que el sistema inmunológico juega un papel importante.

Gracias a décadas de investigación sobre los mecanismos subyacentes de esta enfermedad, ahora sabemos que se ven afectadas redes cerebrales completas, con desequilibrios significativos en los neurotransmisores que impulsan la transmisión de señales a su alrededor. También estamos descubriendo que se trata de una enfermedad más compleja de lo que pensábamos, en la que intervienen el sistema inmunitario y tal vez incluso los microbios del intestino.

Estos conocimientos sobre las causas del TOC en el cuerpo y el cerebro están abriendo el camino a nuevos tratamientos, que son muy necesarios para quienes no responden a las terapias de primera línea actuales. Sin embargo, lo que está meridianamente claro es que el TOC es una enfermedad profundamente angustiante que apenas estamos empezando a comprender. Ya es hora de que dejemos de hacer bromas.

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