Estos peces han desarrollado patas que pueden encontrar y saborear la comida enterrada.

El petirrojo marino del norte utiliza sus patas para encontrar alimento en el fondo del mar.

Anik Grearson

Un pez llamativo que vive en el fondo del océano Atlántico ha desarrollado patas, pero no solo para caminar. Estos apéndices son un órgano sensorial novedoso, similar a una lengua, que utilizan para encontrar presas enterradas en el fondo marino.

Petirrojos marinos del norte (Prionotus carolinus) tienen tres patas a cada lado del cuerpo, que sobresalen de la base de las aletas pectorales. Las patas se derivan de estructuras dentro de las aletas pectorales, llamadas radios de aleta.

En un viaje de investigación a Woods Hole, Massachusetts, Nicholas Bellono de la Universidad de Harvard y sus colegas escucharon historias sobre la destreza de caza de los petirrojos marinos y decidieron llevar varios especímenes vivos a su laboratorio.

El equipo quería averiguar si los peces eran tan buenos para encontrar presas como su reputación sugería. “Para nuestra sorpresa, eran muy, muy buenos en eso e incluso pudieron descubrir cápsulas llenas de extracto de mejillón molido y filtrado, y aminoácidos individuales”, dice Bellono.

Luego los investigadores recolectaron más peces, sólo para descubrir que el segundo grupo era bueno para caminar, pero no para detectar presas enterradas en la arena.

“Esta vez, los nuevos petirrojos marinos no encontraron nada, a pesar de que comían presas en la superficie con facilidad”, dice Bellono. “Pensamos que tal vez estábamos haciendo algo mal, pero resultó que accidentalmente habíamos encontrado una especie diferente”.

El equipo había recogido sin darse cuenta el petirrojo marino rayado (Prionotus evolans), que camina pero se especializa en cazar presas no enterradas.

“Cuando observamos los animales que excavaban y los que no, las patas eran obviamente diferentes y las papilas sensoriales de las patas que excavaban eran incluso claras a simple vista”, dice Bellono.

Estas papilas son protuberancias que contienen receptores gustativos y neuronas sensibles al tacto, similares a las papilas formadas por botones gustativos en la lengua humana.

Varios otros peces han desarrollado aletas pectorales y pélvicas modificadas que les permiten caminar o posarse, dice Amy Herbert, miembro del equipo de la Universidad de Stanford, California. “Sin embargo, una característica única del petirrojo marino es que, mientras que otros peces suelen utilizar toda la aleta pectoral o pélvica para este propósito, las patas del petirrojo marino pueden moverse de forma independiente (y con bastante rapidez), lo que lo hace especialmente hábil tanto para caminar como para cavar”, dice.

El equipo también investigó los genes que impulsaron la evolución de las patas únicas del petirrojo marino y descubrió que su desarrollo está controlado por un antiguo gen regulador llamado tbx3a.

“Normalmente se expresa en un dominio local particular de las yemas de las aletas y las extremidades en una amplia gama de animales, desde peces hasta mamíferos”, afirma David Kingsley, miembro del equipo y también de la Universidad de Stanford. “Este es un excelente ejemplo de cómo crear nuevas partes del cuerpo modificando herramientas antiguas y compartidas”.

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