¿Pueden la IA y las nuevas tecnologías solucionar nuestras democracias disfuncionales?

Muchos de nosotros entramos en este año llamado superelectoral con una sensación de presentimiento. Hasta ahora, no ha sucedido mucho para disipar esos temores. La guerra de Rusia contra Ucrania está exacerbando la percepción de que la democracia está amenazada en Europa y más allá. En Estados Unidos, Donald Trump, un candidato presidencial con tendencias autocráticas autoproclamadas, ha enfrentado dos intentos de asesinato. Y, en términos más generales, la gente parece estar perdiendo la fe en la política. “La mayoría de las personas de una amplia gama de países alrededor del mundo carecen de confianza en el desempeño de sus instituciones políticas”, dice un informe de 2024 del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral.

Además, según muchas medidas objetivas, la democracia no está funcionando como debería. Los sistemas que llamamos democracias tienden a favorecer a los ricos. La violencia política está aumentando, al igual que el estancamiento legislativo, y en todo el mundo las elecciones son cada vez menos libres y justas. Unos 30 años después de que los comentaristas se jactaran del triunfo de la democracia liberal occidental, su predicción parece más lejos que nunca de hacerse realidad. ¿Qué pasó?

Según Lex Paulson, de la Universidad Politécnica Mohammed VI en Rabat, Marruecos, hemos perdido de vista qué es la democracia. “Hemos creado una terrible confusión entre el sistema conocido como república –que se basa en elecciones, partidos y una clase gobernante permanente– y el sistema conocido como democracia, en el que los ciudadanos participan directamente en las decisiones y rotan el poder”. La buena noticia, dice, es que podemos revivir el sueño original de un gobierno del pueblo para el pueblo. Eso es lo que él y otros investigadores están intentando…

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