El análisis de ADN reescribe las historias de las personas enterradas en Pompeya
Las figuras humanas fundidas en yeso de Pompeya no son quienes se suponía que eran, según han revelado pruebas genéticas, destacando la forma en que se pueden proyectar historias idealizadas sobre la evidencia arqueológica.
El análisis también revela que la demografía de Pompeya era mucho más complicada y diversa de lo que se pensaba anteriormente.
Cuando el Vesubio entró en erupción en el año 79 d. C., enterró varias ciudades romanas, incluida Pompeya. Muchos de los habitantes de Pompeya quedaron completamente asfixiados por la ceniza compactada durante la erupción y, a medida que sus cuerpos se descompusieron, se formaron cavidades que conservaron perfectamente sus posiciones en sus momentos finales.
en el 19th Durante el siglo XIX, los arqueólogos desarrollaron un método para verter yeso en las cavidades para hacer moldes realistas. Desde entonces, se han realizado más de 100 de estos moldes, preservando las formas de las víctimas junto con los huesos restantes que no se habían descompuesto a lo largo de los siglos.
Sin embargo, se sabe desde hace mucho tiempo que muchos de los moldes de yeso fueron manipulados en diferentes poses y, a veces, colocados juntos para aumentar el dramatismo de la historia de Pompeya, dice Valeria Amoretti en el Parque Arqueológico de Pompeya en Nápoles, Italia.
Para saber más sobre quiénes eran estas personas, Amoretti y sus colegas examinaron 14 de los moldes de yeso y extrajeron ADN de los huesos de cinco de ellos.
Lo que encontraron ha alterado por completo las interpretaciones establecidas sobre quiénes eran. Durante mucho tiempo se creyó que un adulto que llevaba un brazalete de oro con un niño en su regazo era la madre del niño. El análisis de ADN muestra que en realidad es un varón adulto que no tiene relación biológica con el niño. Una figura cercana, anteriormente interpretada como el padre, tampoco tenía relación con la supuesta madre y el niño.
Otra pareja, que se pensaba que eran hermanas o una madre y una hija que murieron en un abrazo, incluía al menos un varón genético y era poco probable que estuvieran emparentados.
El análisis genético reveló además que el pueblo de Pompeya tenía ascendencia diversa, con componentes relacionados con las poblaciones judías modernas del Mediterráneo oriental, levantinas y del norte de África.
Amoretti dice que no sorprende que el mundo romano fuera multicultural y que el Mediterráneo y sus puertos unieran a la gente.
“Pero es extremadamente interesante descubrir el alcance de este crisol, incluso en una ciudad de provincia promedio como Pompeya, y tener pruebas científicas de ello a partir de ADN antiguo”, dice.
Alissa Mittnik, de la Universidad de Harvard, dice que el estudio resalta la importancia de aplicar la ciencia antes de interpretar la arqueología al pie de la letra.
“En última instancia, nos recuerda que las explicaciones más intuitivas, dramáticas o sensacionalistas no siempre son ciertas, y nos anima a ser conscientes y cuestionar nuestras nociones preconcebidas”, dice.
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