Dos medusas peine lesionadas pueden fusionarse para formar un solo individuo


Las brillantes criaturas marinas llamadas medusas peine tienen una habilidad asombrosa: si se lastiman, dos pueden fusionarse en uno, sin mostrar el tipo de reacción de rechazo de tejido que se observa en otros animales. Es más, los sistemas nerviosos de los dos animales se integran y sus tractos digestivos se fusionan para compartir alimentos.

El descubrimiento podría ayudar a los científicos a explorar cómo los sistemas inmunológicos desarrollaron la capacidad de distinguir los tejidos propios de un organismo de los de otro y desarrollar conocimientos sobre la evolución de los sistemas nerviosos.

A pesar de su nombre, las medusas peine o ctenóforos no son medusas: sus cuerpos son fundamentalmente diferentes. Son las primeras criaturas que aún viven hoy en día y que se derivaron del ancestro común de todos los animales, y su biología inusual los convierte en un tema fascinante para los científicos que exploran la evolución temprana de los animales. Por ejemplo, tienen un sistema nervioso único que consta de células nerviosas que se fusionan para formar una estructura continua en forma de red, en lugar de tener células nerviosas individuales como otros animales.

Kei Jokura, de la Universidad de Exeter, Reino Unido, estaba estudiando las crestas iridiscentes de pelos batidos de una especie de ctenóforo conocida como Mnemiopsis leidyi cuando notó un individuo que era inusualmente grande. Tenía dos extremos traseros y dos órganos sensoriales conocidos como órganos apicales, como si dos individuos se hubieran unido de alguna manera.

Para probar esta idea, él y sus colegas cortaron partes de individuos que habían sido recolectados en diferentes lugares en diferentes días (y, por lo tanto, no estaban relacionados entre sí) y los colocaron juntos en pares. En nueve de cada diez casos, los dos cuerpos se fusionaron perfectamente en uno solo en el espacio de unas pocas horas. “Me sorprendió mucho”, dice Jokura.

A diferencia de la norma en la mayoría de los otros animales, un cuerpo no rechazó el tejido extraño del otro, lo que sugiere que el sistema inmunológico del ctenóforo carece de la capacidad de distinguir entre lo “propio” y lo “no propio”, lo que se conoce como alorreconocimiento.

Cuando el equipo empujó suavemente un lóbulo, todo el cuerpo fusionado reaccionó como uno solo, contrayendo sus músculos de forma sincronizada, lo que sugiere que los dos sistemas nerviosos también se habían fusionado por completo. El tracto digestivo también se había fusionado: cuando el equipo alimentó solo una de las bocas, la comida llegó al tracto unido.

“Es un primer hallazgo fascinante”, afirma Pawel Burkhardt de la Universidad de Bergen en Noruega. “Abre muchas preguntas nuevas que puedes estudiar”. Estos podrían incluir cuándo evolucionaron los animales alorreconocimiento y cómo las redes nerviosas forman y procesan la información.

Estas no son las únicas preguntas que los ctenóforos podrían ayudar a responder. Burkhardt y su equipo descubrieron recientemente que cuando se muere de hambre o se lesiona, Mnemiopsis leidyi los individuos pueden revertir su desarrollo, pasando de una etapa adulta a una etapa similar a la larva y luego viceversa. Hasta ahora, los únicos ejemplos conocidos de animales con habilidades similares han sido un puñado de especies de medusas como la llamada medusa inmortal (Turritopsis dohrnii) y una especie de tenia.

El hallazgo de que los ctenóforos también pueden hacer esto sugiere que podría haber sido una característica del último ancestro común de todos los animales, y puede estar más extendido entre los animales de lo que se pensaba anteriormente. “Lo que personalmente encuentro muy fascinante es que podría significar que los primeros animales eran más plásticos y tenían más capacidad de adaptación”, dice Burkhardt.

Estos animales enigmáticos y relucientes se perfilan como claves para comprender una serie de procesos biológicos fundamentales, algunos de los cuales incluso pueden estar relacionados con la salud humana, como el rechazo de tejidos, la regeneración y el envejecimiento. “Definitivamente es un modelo muy valioso para abordar algunas de estas cuestiones generales”, afirma Burkhardt.

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