La fascinante verdad sobre por qué el sentido común no es tan común

Fotos de Martin Parr/Magnum

En el siglo XVIII, el filósofo James Beattie compiló una lista de 17 creencias de sentido común. Algunas son incontrovertibles: “Yo existo”; “Un todo es mayor que una parte”; “La virtud y el vicio son diferentes”. Pero otras parecen innecesariamente moralizantes: “La ingratitud debe ser culpada y castigada”; “Tengo un alma distinta de mi cuerpo”; “Hay un Dios”. Luego están las científicamente discutibles: “Se puede creer en los sentidos”; “Soy el mismo ser que era ayer, o incluso hace 20 años”; “La verdad existe”. En general, su lista parece pintoresca y anticuada. Peor aún, no da una idea clara de lo que es el sentido común. Sin duda, podemos hacerlo mejor.

A primera vista, el sentido común parece fácil de definir: generalmente se lo considera como un conjunto de conocimientos o creencias que son obvios (o deberían serlo) para todos. Sin embargo, resulta extrañamente difícil de precisar. A menudo se lo presenta como algo universal, pero también se afirma con frecuencia que no existe. Teniendo esto en cuenta, puede sorprenderle saber que nadie ha intentado medir el “carácter común” de este conocimiento o sus propiedades intrínsecas (su “sensatez”), hasta ahora. Sorprendentemente, esta investigación muestra que el sentido común puede no ser común en absoluto.

Si es cierto, las implicaciones son enormes. Desde la crianza de los hijos hasta la política y desde la salud pública hasta la ley, lo que cuenta como sentido común es importante. Cada vez más, también es una cuestión tecnológica, y los científicos informáticos están ansiosos por inculcarlo en robots impulsados ​​por inteligencia artificial para hacer…

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