La geoingeniería es ahora esencial para salvar el hielo del Ártico

Los primeros exploradores que llegaron al Polo Norte pasaron semanas arrastrando sus trineos por el áspero hielo. Ahora, la mayor parte del trayecto se puede hacer desde la comodidad de un crucero, gracias al catastrófico derretimiento del hielo causado por el cambio climático.

El Ártico está perdiendo hielo a un ritmo del 12 por ciento por década y se prevé que en el verano de 2030 no tenga hielo, independientemente de la rapidez con la que reduzcamos las emisiones a partir de ahora. Mientras tanto, en la Antártida, el enorme glaciar Thwaites se está agrietando bajo la presión del calentamiento global (véase “El glaciar ‘apocalíptico’ de la Antártida se encamina hacia un colapso catastrófico”), y el hielo marino antártico ha estado en mínimos históricos en 2024 por segundo año consecutivo.

Debemos reducir las emisiones, y rápido, pero eso por sí solo no será suficiente para detener el deshielo descontrolado en el Ártico. Para ganar tiempo y proteger este delicado hábitat de un mundo en calentamiento, la geoingeniería es probablemente nuestra única esperanza.

Una solución que propone la start-up Real Ice es utilizar agua de mar para espesar el hielo del Ártico (véase “El plan para recongelar el hielo marino del Ártico muestra resultados prometedores en las primeras pruebas”). Es una idea controvertida, pues los opositores sostienen que la geoingeniería de este tipo corre el riesgo de distraer a la humanidad de la gigantesca tarea de reducir las emisiones.

De todas nuestras opciones de geoingeniería, volver a congelar los polos es quizás la más benigna.

Sin embargo, hay buenas razones para seguir adelante. Además de la espectacular vida salvaje y el rico patrimonio cultural que albergan, las regiones polares le hacen un gran favor al mundo. Sus casquetes blancos reflejan la radiación solar hacia el espacio, lo que ayuda a mantener frío el clima de la Tierra. La pérdida de hielo marino del Ártico también desencadena toda una serie de otros factores de retroalimentación que amplificarían el cambio climático y causarían estragos en los sistemas meteorológicos de todo el mundo.

De todas las opciones de geoingeniería que tenemos, la recongelación de los polos es quizá la más benigna. Por supuesto, existen riesgos. Será fundamental realizar evaluaciones de impacto exhaustivas para minimizar los efectos nocivos sobre la vida silvestre, las comunidades locales o los sistemas terrestres en general. Pero si no se toman medidas, el hielo desaparecerá y desestabilizará el clima global.

Los recortes a las emisiones de gases de efecto invernadero deberían haber comenzado hace décadas. La demora no nos ha dejado tiempo para sentir aprensión por la geoingeniería.

Temas:

Leer más
Back to top button